La equinoterapia, hípica adaptada, hípica terapéutica, hípica para discapacidades, hípica y hipoterapia, son todos maneras distintas de explicar como la musculatura y paso del caballo puede beneficiar al ser humano, con problemas físicas, mentales, o solo para quedar en forma y pasar bien. Podemos incorporar al caballo en el deporte y en tratamientos médicos. Conociendo bien al caballo y las necesidades de los alumnos, un equipo bien formado puede tratar a personas con y sin problemas. El caballo es un animal muy noble y fuerte, y cuando está tratado bien, hace todo para ayudarnos dentro de cualquier de los campos que elegimos. El paso del caballo es casi idéntico del paso humano y porque nuestro cerebro y sistema neuromuscular está abierta a cambios, es por esta razón, si podemos estimularle correctamente, el alumno puede aprender la sensación de los movimientos normales y con suficiente práctica, partes del sistema neuromuscular puede arreglarse y supeditar la parte dañado. Según la discapacidad del alumno, claro está, hay que elegir la rama mas indicada.
Adultos con o sin discapacidad empiezan con más miedo y suelen ser más rígidos que los niños. Los niños no tiene responsabilidades y mucho menos miedo de lo que puede pasar si se caen. Una vez que un adulto está más acostumbrado al montar al caballo y vea la seguridad que se supone en tener laterales y una guía, se relaje más.
El pasó y travesía que hace el caballo cambia en una forma notable la clase por completo. Si el caballo es violento o vago, el alumno no recibe la estimulación que necesita para hacer sus ejercicios. El caballo hace la diferencia. Hay que elegir un caballo adecuado por cada caso. El profesor de equitación, fisioterapeuta y el coordinador del equipo, entre ellos, tienen que elegir el caballo más adecuado por cada alumno. Cada alumno necesita un movimiento diferente para lograr el objetivo de cada clase. El tamaño del caballo influye mucho también. Si el caballo tiene el lomo un poco redondo, es mejor para hacer los ejercicios a pelo donde se saca provecho del mejor beneficio. Puede ser un poco más difícil para las personas con problemas de abrir mucho las piernas, pero al mismo tiempo ayuda para que las mismas piernas poco a poco abren más durante cada clase.
Los que hacen hípica como deporte, reciben muchos de los mismos beneficios como los que hacen la hípica terapéutica. Pero, claro está que el primero es activo mientras que el segundo es pasivo. No están montando a caballo para aprender montar en sí o convertirse en jinete. Las personas que están recuperando de una enfermedad también reciben mucha ayuda del caballo. El caballo ayuda estimular el sistema circulatorio y quite algunos de las toxinas que quedan dentro del cuerpo después de un tratamiento con medicamento nocivos, dejando al alumno con más energía y sentido de buen estar. Si uno tiene que pasar mucho tiempo dentro del hospital o la casa, el caballo hace masaje a todos los músculos sin que el alumno tenga que mover. El caballo hace el trabajo y el alumno recibe los beneficios. Para personas que pierden su equilibrio, por ejemplo alguien que no ha nacido sorda pero luego queda sorda por una enfermedad o un tipo de Parkinson, hay muchos ejercicios para que el cerebro aprenda de nuevo como recuperar el equilibrio.
Si uno tiene amor por los animales, las clases avanzan más rápidos. La terapia asistida por animales no es para todos, hay muchas personas que prefieren y reciben más beneficio de terapia ocupacional. Pero no hay duda del beneficio de hípica terapéutica. La hípica terapéutica trabaja los músculos, da equilibrio, da energía, mejora el sistema circulatorio, da masaje a los músculos y los órganos, mejora la coordinación entre ojo y mano, y todo lo anterior mientras que el alumno se siente encima de un caballo con un paso bueno, sin hacer mucho esfuerzo propio. Todo el ejercicio, y no sin menos la hípica en general, es buenísima para curar el insomnio, ayuda vencer a los enfermedades y mantener un estado de buena salud físico y mental.
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